Consideraciones maricas sobre las movilizaciones antifascistas de este fin de semana.

Este recién pasado sábado día 21, Hogar Social Madrid convocaba a una manifestación contra las personas refugiadas (nueva eslógan hípster y menos políticamente incorrecto del -no tan- viejo «stop inmigración» que no hace mucho abanderaban estos baluartes de la patria). Frente al medio millar que hacen suponer las fotografías de su manifestación (acaecida entre Plaza de España y la plaza del Dos de mayo, donde encontró resistencia para entrar), un par de millares de personas recorrían el Paseo de Atocha y la calle Alcalá hasta Sol convocadas por la nueva plataforma Madrid para Todas.

En primer lugar queremos reseñar la interesante labor que ha hecho la gente que aparentemente estaba detrás de la cuenta de twitter MaricasAntifascistas, la cual lleva en activo desde marzo difundiendo todo tipo de cuestiones políticas, además de respectivas mariconadas. Hicieron una convocatoria propia de Pink-Block para estar en la mani, y se distinguieron en la misma con sus banderas rosas y sus cánticos. En el manifiesto leído al final de la manifestación, pudimos escuchar además lo siguiente:

Reivindicamos un Madrid en el que las personas salgan a la calle sin miedo a ser perseguidas por grupos de neonazis armados. Un Madrid libre de violencias machistas. Un Madrid libre de LGTBIfobia; de homofobia, de lesfobia y de transfobia. Un Madrid libre de racismo. Un Madrid libre de cualquier discriminación”

Antes de la manifestación, se repartieron panfletos por bares de ambiente en Chueca avisando de lo que pudiera ocurrir e intentando concienciar un poco a la despolitizada clientela que tiene el barrio. Esperamos que surtiera efecto. En cualquier caso, ya sea por casualidad o por omisión de datos, en la misma noche del sábado un gay quedó con la nariz rota tras cruzarse con unos machotes en la calle Pez, en el mismo barrio en el que acababa la manifestación neonazi. Qué cosas, ¿eh?

En portales informativos LGTB como dosmanzanas se ha tratado también la noticia, siendo casi reducida a la crítica a la delegación de gobierno por autorizarla, y estableciendo un discurso patologizante contra los integrantes del HSM (al que llaman «asociación radical» ¿?) que se asemeja al que se usa contra toda disidencia política, en espacial contra la nuestra. Pero, bueno, no esperábamos otra cosas de estos voceros LGTB de la socialdemocracia parlamentaria.

También nos quedamos con situaciones divertidas. El coraje de los dos pives receptores de insultos que se besaron al final de la manifestación neonazi, difundido por redes, queda mejor contextualizado con la imagen menos difundida de los primos hermanos de los neonazis, la Unidad de Intervención Policial, expulsando a los chavales de la plaza. La libre expresión homosexual queda permitida en este país, siempre y cuando no atente contra la integridad de un grupo cercano de homófobos.

Gays HSM

Agentes de la UIP invitándoles amablemente y de acuerdo con las leyes vigentes antidiscriminatorias a irse a mariconear a otra parte.

También nos ha hecho gracia el montaje de la manifestación nazi como una mani del orgullo gay, aunque nos da un poco de miedo que se haga realidad (como ocurrió por parte de un grupo neonazi en Estocolmo, desfilando con banderas arcoiris por un barrio de mayoría musulmana)

O el artículo aparecido esa misma mañana en Público, en el que se ofrecían diversas ideas para reventar una manifestación nazi mediante la mofa, ofreciendo ejemplos que habían tenido lugar en el mundo germánico. Uno de ellos era la iniciativa que antifascistas de Lund (Suecia) pensaron en 2005: un desfile nazi gay programado a la misma hora y en el mismo sitio en el que iba a hacerse una manifestación neonazi. Todo quedó en agua de borrajas, pero se llegaron a diseñar carteles y pancartas.

Al comenzar a recorrer las calles de la ciudad, los neonazis se encontrarían con carteles y banderolas rosas que, dándoles la bienvenida a la ciudad, anunciarían la celebración de la Marcha Nazi Gay. El shock y la consiguiente bajada de moral guerrera de este colectivo tradicionalmente homófobo sería inmediata y (muy probablemente) sus miembros optarían por irse por donde habían venido.

A pesar del noto insólitamente optimista de este artículo, la realidad no tiende a ello. Con frecuencia nos llegan al boletín casos de agresiones muy graves a personas no heterosexuales o a personas trans en Europa y América, y en nuestras calles más cercanas también ocurren cosas. La proliferación de Hogar Social Madrid y del discurso xenófobo es directamente proporcional al aumento de homofobia, transfobia, lesbofobia y cualquier tipo de odio contra quienes no se atienen a las normas de sexo y género. A todas estas opresiones también se les combate luchando contra el fascismo, que es su punta del iceberg más visible, pero también su pieza de batalla más avanzada en el tablero.

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