El pasado lunes día 9 fiscalía, acusación popular y defensa llegaron a un acuerdo para evitar que los agentes de policía que asesinaron a Juan Andrés Benítez, empresario gay asesinado de una paliza por varios agentes de los mossos d’esquadra, así como los que ocultaron y destruyeron posteriormente pruebas, fueran condenados a un año y nueve meses de cárcel tras reconocer los hechos, y no entraran pues en prisión (recordemos que, sin antecedentes, sólo se entra en prisión si te condenan a más de dos años y un día). Han sido condenados a indemnizar a la familia de Benítez con 150.000 euros (cantidad que abonará el ministerio de Interior), y no podrán ejercer de policías en el tiempo en el que les duren los antecedentes (unos 5 años). Las declaraciones policiales no han sido grabadas, por orden del juez, no vaya a ser que se hagan públicas.
Aunque en un primer momento la defensa de los policías trató de excluir del juicio a la Asociación Catalana para la Defensa de los Derechos Humanos y hacerlo todo entre fiscalía y defensa, finalmente el abogado de ésta terminó por aceptar el pacto, según ha declarado, por la flaqueza que mostró la fiscalía en el último momento y la posibilidad que veía de que los asesinos obtuvieran una absolución. La Plataforma de Justicia para Andrés Benítez ha mostrado ya públicamente sus críticas, alegando que el abogado hizo lo que quiso sin consultarles.
Una concentración a las puertas del Palau de Justícia, y una manifestación por el Raval que pasó por el lugar en el que Benítez fue asesinado, en la calle Aurora, y diversos actos en el solar okupado renombrado Ágora Juan Andrés fueron el balance político del día, tras el ignominoso pacto judicial.
Ni corto ni perezoso, el director general de la Policía, Albert Batlle, confirmaba al día siguiente que el Ministerio de Interior no expedientará a los maderos condenados. No esperábamos menos.
Los Mossos d’esquadra y todo cuerpo policial español goza de una justicia particular. Pueden torturar salvajemente a extranjeros, ser sentenciados a entrar en la cárcel y recibir dos indultos. Pueden reprimir a gusto movilizaciones políticas, matar detenidos en comisarías, cargarse peña en la calle, como recoge este balance de Público. Pueden matar a su mujer de un disparo sin que la prensa lo saque demasiado, ni en tonos criminalizantes como cuando hacen cosas menos graves migrantes o personas no blancas, como pasó el mes pasado en Sant Feliú del Llobregat.
Por el contrario, pueden allanar casas okupadas como en las operaciones Pandora y en la última de marzo, so pretexto de unos atracos a bancos en Alemania, todavía por demostrar. Actualmente hay una persona en prisión preventiva por estos hechos. Por una sospecha de atracar un banco recibes prisión, mientras que matar a hostias a un maricón es una palmadita en la espalda y un «la próxima vez, hazlo menos cantosamente». Como ha declarado CGT: «El asesinato se permite pactar en el juzgado si eres Mosso D’Esquadra».
Incluso la prensa y otros departamentos LGTB te apoyarán si eres policía, sacando casualmente cuatro días antes un reportaje sobre una tipa que ha hecho pública su transexualidad dentro y fuera de los Mossos d’Esquadra. Marta Reina es, además, experta a nivel internacional en falsificación de documentos. ¿Habrá contribuido a devolver gente a países donde la homosexualidad o las identidades tans están penadas con la muerte a inmigrantes fugados? Probablemente. Dosmanzanas, principal portal de noticias LGTB, ha publicado la noticia de esta cómplice de terrorismo de Estado, y ha obviado en su página todo lo relacionado con el juicio a los asesinos de Benítez. No vaya a ser que la policía se enfade con la gente no hetero y nos traten un poco peor, teniendo que soportar un cupo más o menos estable de asesinatos, torturas y agresiones varias por parte de fuerzas policiales, en especial si no sus víctimas además no son blancas o son disidentes políticas.
La principal crítica que merece la campaña de justicia para Benítez es el haber confiado en que la administración penal del Estado iba a ingresar en la cárcel a estos asesinos. Como dijo Audrey Lorde, feminista negra lesbiana, «las herramientas del amo no desmantelarán nunca la casa del amo. No permitirán ganarle provisionalmente a su propio juego, ni jamás nos permitirán provocar un auténtico cambio». Los funcionarios no se encarcelan mutuamente, el Estado debe cuidar a sus defensores como pueda, para que sigan asesinando y destruyendo vidas a su gusto. Es la única forma en la que un estado puede perpetuarse en el tiempo. Todos los crímenes y atropellos cometidos por la policía jamás serán justamente acometidos en un tribunal del Estado. Si algún día estos verdugos reciben su merecido, será de las manos de una espontánea, eficaz e incontrolable justicia popular.